Entrevista a Elena
Valbuena, antigua profesora del Instituto Los Herrán
Elena Valbuena nació el 18 de enero de 1929 (los felices años 20, como
le gusta decir) en Oviedo (Asturias). Estudió Bachillerato en las Teresianas de
Poveda y cursó carrera universitaria en la Universidad de Oviedo, licenciándose
en 1951 en la especialidad de Filología Románica. En 1955 se casó y mudó a
Oñate (Guipúzcoa) y allí comenzó una nueva vida como madre de familia (tuvo
cinco hijos) y como enseñante, siendo una de las fundadoras del Instituto de
Oñate. Enseñó allí durante muchos años, ejerciendo como profesora de Lengua y
Literatura.
Más adelante, Elena se mudó a Vitoria-Gasteiz, y hacia 1988 comenzó a
trabajar en nuestro instituto, Los Herrán. Se jubiló en este instituto en 1994.
Hoy, a sus 88 años, sigue en plena forma, y los alumnos de 3º D hemos
querido saber más de su vida y trayectoria profesional.
INFANCIA / ADOLESCENCIA
¿Cuál es la mayor travesura que has hecho
en tu adolescencia?
-No fui una
niña traviesa, pero me gustaba mucho leer y a veces decía que estaba enferma, me
ponían el termómetro y procuraba moverlo mucho para que se calentara y mis padres
pensasen que tenía fiebre. Así me quedaba en la cama leyendo.
¿Cómo viviste la Guerra Civil en tu
infancia? ¿Tuviste que huir?
-Nací en
Oviedo y era pequeña cuando fue la Guerra Civil. Lo viví con 7 años, con mucha
angustia. Me gusta mucho beber agua y necesito beber 3 litros de agua al día,
pero al comenzar la guerra nos cortaron el agua y solo nos daban 2 litros al
día (por persona) con muy poca comida para todos. Mi madre tenía que quitarse
de su propia ración de agua para que yo pudiese beber algo más. Aún hoy sigo
sintiendo angustia al recordar aquella sensación de sed.
También
recuerdo que hicieron un camino para salir del cerco y escapar de la ciudad. Cuando
estábamos pasando por él, un moro (se llamaba así a los que venían de
Mauritania) le dijo a mi madre si quería que me cogiera porque me tropezaba
constantemente. Mi madre, que era muy desconfiada, le dejó, pero me asió del
vestido y no me soltó en todo el camino. Así, salimos de allí y nos alojamos en
Santibáñez de la Peña (Palencia), en casa de mis abuelos.
¿Qué situación económica pasasteis tú y tu
familia durante la posguerra?
- La pasamos apretándonos
el cinturón, como todo el mundo. El hambre que pasamos me vino bien para la
vejez (se ríe).
¿Qué diferencias has visto entre tu
adolescencia y los adolescentes actuales?
-Es como si
fuerais marcianos, no tiene nada que ver. La nuestra era obedecer y callar. Mi
madre era muy rígida, estudió en un colegio de monjas. Ella imponía la
disciplina y yo la contestaba, me rebelaba y hacía cosas que ella no entendía.
Decía que aquello no era normal y me costaba estar castigada. Me encerraban el
fin de semana y me pasaban a la habitación incluso la comida para que no
saliera de allí. Cuando llegaba el lunes, venía mama a despertarme y me decía:
“¿Has reflexionado sobre lo que te ha producido el castigo?”. Yo le contestaba
que sí, y que pensaba lo mismo que antes. Así, la semana siguiente mi madre me
volvía a castigar y así me pasaba dos meses.
JUVENTUD
¿Era habitual
salir por las noches los fines de semana? ¿Te solían controlar tus padres
cuando salías?
- No, siempre con papá y mamá. Mi madre era tremendamente
rigurosa. Era una sociedad totalmente distinta. Solo se salía con los padres,
nada de salir con amigas o con amigos, totalmente impensable. Nos educaban para
obedecer. Recibía muchos castigos por parte de mi madre, y el más habitual era
no salir el fin de semana.
¿A qué edad
tuviste tu primera relación seria?
- La única relación seria que tuve fue con mi marido. Lo
conocí con 18 años y me casé a los 25. Lo conocí en Oviedo: él estaba
estudiando Química y yo estaba estudiando Bachillerato. La diferencia de edad
era de cinco años.
¿Tuviste algún
problema con los estudios en la Universidad (profesores, asignaturas,...)?
- Me decantaba por
las letras, aunque tuve que hacer exámenes de ciencias también. Se impuso el
alemán como lengua obligatoria en Bachiller y la Universidad y lo estudié como
tercer idioma en la Universidad, por la íntima relación entre Franco y Hitler.
Sacaba mejores notas en letras. Me encantaba la lingüística y la literatura,
aunque no tenía problemas en física y matemáticas, porque mi padre me ayudaba.
¿Tuviste algún
problema para pagar la Universidad o algún otro problema económico?
- Afortunadamente
mis padres no tuvieron problemas económicos. Fue una fortuna, no tuve que
trabajar en ningún momento, solo tuve que estudiar, con mayor o menor gana,
como todos, pero nada de trabajar.
VIDA LABORAL Y SOCIAL
¿Qué circunstancias afectaron a tu mudanza
a Oñate?
- Cuando me
casé me fui a vivir a Oñate con mi marido. Él era físico y químico y trabajaba
en una fábrica de allí.
Allí, fundé
el instituto de Oñate, el cual fue el segundo instituto de Guipúzcoa y dependíamos de otro único instituto allí:
el de Peñaflorida. Económicamente el trabajo estaba muy mal pagado. El primer y
el segundo año cobraba 1000 pesetas (el equivalente a 6 euros) al mes. Tenía
una chica que me ayudaba con los hijos, pero claro, le tenía que pagar 1200
pesetas y no tenía ni para pagar a la persona que me ayudaba. Después, el
instituto pasó a ser independiente y tuvimos un sueldo adaptado a las
circunstancias: 5000-6000 pesetas.
¿Cómo conociste a tus amigos en Oñate?
¿Mantienes contacto con alguno de ellos hoy en día?
- Sí. Mantengo
contacto con alguno de ellos, ya que, desgraciadamente, la mayoría han
fallecido. Aún conservo a mi íntima amiga, que era la mujer del pediatra del
pueblo. La mayoría de mis amigos eran de Oñate, el cual era y sigue siendo un
pueblo muy noble y me costó mucho marcharme de allí dejándolos a todos atrás
para mudarme a Vitoria-Gasteiz.
¿Qué hiciste después de la jubilación?
¿Retomaste o comenzaste alguna afición?
- Seguí con mi vida. Me he dedicado a hacer
libro-fórums por toda Álava y alguna parte de La Rioja con un grupo de mujeres
campesinas. Estas mujeres se agrupan en el ayuntamiento y son gente que ha sido
marginada, ya sea socialmente o económicamente.
Éramos un
grupo voluntario y cuando terminé la enseñanza en el instituto decidí centrarme
en la literatura. Yo les llevaba una serie de libros, cada uno con su sinopsis,
y ellas decidían cual querían leer. Yo iba una o media hora y hablábamos sobre
el libro. Había gente muy inteligente, y es una pena que gente como esa no se
haya podido permitir unos estudios.
¿Cómo recuerdas este instituto? ¿Qué
cambios has notado ahora?
- No estuve más
que siete años, pero para mí fue el paraíso. Venía de un instituto que yo
quería mucho, ya que lo había fundado, pero un instituto conflictivo.
Daros cuenta que en Oñate tuvimos esa lacra que fue ETA. Allí se formó mucha
gente, muchísima, incluso algunos alumnos del instituto tristemente. Yo examiné
a muchos que estaban en la cárcel. Tenían derecho a seguir en Bachillerato. Cuando
me marché de Oñate, me vine para trabajar aquí.
FAMILIA
¿Cómo
conociste a tu marido?
- Él estaba
estudiando Química y yo estaba en séptimo de Bachiller, tenía cinco años más
que yo. Por la guerra había perdido algún curso, y cuando yo empecé la
universidad él estaba en el último año de Química.
¿Cómo
conciliabas la vida laboral y la vida familiar?
- Pues mira
corriendo mucho (se ríe). Te puedes imaginar, cinco hijos y con mi madre que
murió con 95 años en mi casa… Además, era como eran las señoras de antes: caprichosas,
hubo que atenderla mucho. Pues corriendo mucho, sin tiempo ni para limarme las
uñas (se ríe).
¿Cómo
convivíais todos en la misma casa?
- Perfectamente,
con educación, poniéndole mucho amor, mucho cariño, nos hemos querido siempre
mucho. En mi casa primaba el amor por encima de todo. El reparto de
habitaciones era un poco terrible (se ríe). Cuando vino mi madre a vivir
con nosotros, tuve que adaptar la casa ella. Los chicos tenían su habitación
cada uno con su cama, eso sí. El mayor dormía en una cama nido con el segundo y
los pequeños en una literaa. Y luego, la madre de Berta ,como era la única
hija, dormía en su propia habitación.
¿Cómo afectó
tener hijos a tu vida tanto económicamente como en la pareja?
- Pues
económicamente, lógicamente, cada hijo supone apretarte un poquito más el
cinturón, pero supone una felicidad. Cada hijo fue un plus de felicidad para mi
marido y para mí. Mis hijos son mi gloria.
¿Qué
relación mantienes con tus hijos y nietos hoy en día?
- Extraordinaria,
con cada uno extraordinaria. Voy a comer a casa de mi hija los domingos. El
hermano de Berta y ella vienen también un día a la semana a mi casa, y luego de
vez en cuando me voy a Palma, que vive uno, o a Barcelona, que vive otro, o a
Bilbao… Y estoy siempre en contacto con ellos porque es lo mejor que tengo.
FEMINISMO
¿Existía en tu época el feminismo como
movimiento político, ideológico y social? ¿Cuál era tu punto de vista hacia él?
¿Ha cambiado?
-No existía como movimiento, pero mi padre
era feminista y me empujó a estudiar para no tener que depender
económicamente de un hombre para vivir. El feminismo no consiste en quitarse la mujer el delantal y ponérselo
al marido y no es odiar a los hombres, porque forman parte de nuestra vida y
hay que quererlos. El feminismo es saber que el hombre no es mejor que tú ni tú
mejor que él.
No, mi
pensamiento no ha cambiado, ya que nunca me han tratado mal y siempre he visto
a mi padre tratando bien a mi madre.
¿En el colegio, qué tipo de restricciones
teníais por el hecho de ser mujeres (ropa, asignaturas…)?
-Estudiaba en
un internado y yo estaba a media pensión: me llevaban a las 8:00 de la mañana y
me recogían a las 8:00 de la tarde. Siempre llevábamos uniforme, teníamos
obligación de acudir a misa todos los días y llevábamos grandes velos blancos a
misa. En el colegio al que iba solo había mujeres, pero respecto de las
asignaturas no había diferencia con otros.
¿Te han llegado a decir algo o mirar mal
al ir por la calle y estar estudiando?
- No, nunca me han mirado mal. En Oviedo se
juzgaba mucho el modo de vestir pero no esas cosas. Era una ciudad bastante
pirulera (pija).
¿Notaste algún cambio de comportamiento o
modo de pensar respecto a la mujer al venir a Euskadi?
- No, experimenté el mismo en Oviedo y en
Euskadi. La gente era abierta y no era como en algunas zonas de la España
profunda de la época. En Euskadi he gozado de un bienestar bastante
generalizado. Sí que se nota al cambiar la vida de una ciudad a un pueblo, pero
no lo noté mucho y me adapté estupendamente a esta tierra que tanto me ha dado.
Entrevistadoras y
entrevistadores, por grupo:
INFANCIA / ADOLESCENCIA: Daniel,
Yushi, Leire y Aide.
JUVENTUD: Adrián, Unax, Álex e Iker.
VIDA LABORAL Y SOCIAL: Emma,
Asier, Haizea, Maite y Ane.
FAMILIA: Aisha, Andrea, Uxue y
Souad.
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