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Todo el mundo tiene dos aniversarios: el día que nace y el día que despierta a la vida
Albert Espinosa nació en Barcelona en 1973. A los 14 años le fue diagnosticado un osteosarcoma por el que le tuvieron que amputar una pierna. Por si fuera poco, sufrió una metástasis y fue sometido a una extirpación de pulmón e hígado. Sus problemas de salud le han servido como inspiración en su obra, ya que pasó en total diez años en hospitales. Estudió ingeniería industrial, aunque actualmente ejerce como escritor, actor, guionista y director de cine y televisión así como de columnista en El Periódico de Catalunya.
Después del gran éxito de El Mundo Amarillo y de Pulseras Rojas (traducidas a numerosas lenguas), Albert Espinosa nos trae otra novela dedicada a la lucha y a la muerte.
La historia comienza con el rechazo que siente el protagonista a la muerte convencional en los hospitales. No desea ser sedado y realiza una solicitud para morir en el lugar en el que le gustaría haber muerto a su compañero de habitación, el Grand Hotel. Consigue ser admitido y Niño le conduce hasta una isla en la que se encuentran personas de su edad (hasta los 18 años), a las que tampoco les queda mucho tiempo para morir. Tronco (un niño sin brazos ni piernas), la niña que parecía una mujer y la niña enfadada junto con Niño forman parte de una “generación”, es decir, un conjunto de personas a punto de morir que son dirigidas por un líder. Cada generación tiene sus propias reglas, establecidas por el líder. Matisse, el líder de estos, sin embargo, se encuentra en la isla de enfrente, el Grand Hotel, lugar a donde son destinadas las personas que van a morir de un momento a otro. Las muertes de esta generación (la generación de los pintores) son celebradas con banquetes y ambiente festivo, demostrando que la muerte es un proceso natural que todos sufrimos. Como bien demuestra el libro, hasta el momento que llega la enfermedad y la muerte nos sentimos de acero, aun siendo de carne y hueso.
En la obra aparecen distintas reflexiones filosóficas como la aceptación de la muerte o el disfrute de la vida y del momento. Para consolidar estas ideas son utilizadas, por ejemplo, las expresiones “ama tu caos” o “sólo es feliz el que es libre, sólo es libre el que es lo que debe ser”.
Lo marcaría como MUY RECOMENDABLE ya que a través de diferentes situaciones nos demuestra que es esencial el disfrute de la vida, así como aceptar la muerte como un proceso natural.
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